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martes, 19 de febrero de 2013

Decisiones

Cuando empezamos a crecer y las responsabilidades se incrementan, todo -o casi todo- se basa en las decisiones que uno toma. A cada rato se presentan decisiones, y sus consecuencias determinan nuestro bienestar, nuestro presente y nuestro futuro. Es importante tener a mano una balanza en la cual podamos decidir con qué actitudes nos quedamos, cuáles nos frenan, cuáles nos ayudan a crecer, cuáles hay que modificar y cuáles son las que debemos adquirir. Cuando una persona es madura, toma decisiones correctas, adecuadas al tiempo y espacio, oportunas y con consecuencias favorables. Si no sabemos discernir qué es lo mejor para nosotros, nunca vamos a poder tomar buenas decisiones. Es necesario analizar cuidadosamente las opciones que tenemos, qué resultados trae cada una, y qué es conveniente hacer. Si dudamos, quiere decir que no tenemos ordenadas nuestras prioridades o nuestras metas. Cuando sabemos claramente qué objetivo queremos alcanzar, probablemente sepamos qué decisiones nos llevarán a ese objetivo. La Biblia dice en Proverbios 16:15 "Hay caminos que parecen derechos, pero al final de ellos está la muerte". Cuando pensamos solamente a corto plazo, muchas veces tomamos decisiones apresuradas que nos confunden y nos desvían de nuestros objetivos principales, nos distraemos con cuestiones vanales de fugaz caducidad. Cuando solamente pensamos a largo plazo, nos perdemos de muchas situaciones espontáneas que la vida nos ofrece, olvidamos disfrutar y aprovechar los momentos simples y breves que componen la cotidianidad en nuestra existencia. Sin embargo, alternando nuestra visión entre lo próximo a suceder y el futuro que anhelamos, podemos combinar la prudencia y el vivir cada momento al máximo, como si fuera el último.
No debemos limitarnos en cuanto a nuestros objetivos, pero tampoco ponernos metas demasiado lejanas que terminen frustrándonos y haciendo que desistamos por completo. En el momento de tomar decisiones, solamente está la cuestión y uno mismo. Nadie mas debería tomar decisiones por nosotros ni tampoco manipularnos para hacer cosas que no queremos. Por eso es necesario que estemos atentos. No sirve querer agradar siempre a los demás y descuidar nuestras prioridades, y es ridículo ponerse a uno mismo en un pedestal y tomar decisiones abstrayéndose a lo que nos afecta sólo a nosotros. Es importante considerar cada opción, a quién influyen nuestras decisiones, qué podemos hacer para transformar nuestro entorno de manera positiva, pero sin perder de vista nuestras metas, y siendo un ejemplo para los demás, sin olvidarnos de disfrutar cada momento y de aprovechar el presente lo máximo posible. En realidad suena más difícil de lo que es... Todos los consejos se resumen a la oración fundamental: "En tu mano están mis tiempos". Con sólo entregarle a Dios nuestras vidas, tenemos garantizada la sabiduría cuando tenemos que priorizar nuestras metas y la paz a la hora de tomar decisiones. Ahora no es tan difícil.

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