El sentido común indica que los errores se asumen, luego de reflexionar, y habiendo asumido el error, lo que corresponde es disculparse, dejar de cometer ese error -o hacer el intento por dejar de errar-, e intentar enmendar el daño.
Cuando una persona es orgullosa, por empezar no asume sus errores, no tiene el mínimo de madurez como para ver que tiene defectos -así como todas las personas tenemos defectos-, mucho menos tiene la madurez como para querer mejorar algún área de su vida. Así no se puede avanzar. Las actitudes orgullosas desembocan en soledad.