"Es complicada la inspiración. Te engancha justo cuando menos la esperás, y sobretodo cuando estás menos preparado. Hay tres (3) cosas que disfruto llevar a cabo, una es el canto, la otra la escritura y la última la fotografía. Sin embargo en ninguna de las tres me considero una presea, mucho menos una artista."
Son innumerables las veces que, por no querer dedicarme de lleno a estas actividades, no les dedico la atención o el tiempo que debería. En más de una ocasión, las mejores melodías las logro estando a solas, por ejemplo en la ducha; a su vez se me ocurren las mejores rimas y versos mientras me estoy bañando, o cuando estoy a punto de dormirme en la cama, con mi mente repleta de ideas y mi cuerpo carente de fuerzas. La imposibilidad de tomar nota de mis reflexiones, o de grabar las melodías, hacen que se me olvide cómo eran con exactitud, y en el afán de reproducir las espontáneas obras de arte que yacen en mi torpe memoria de corto plazo, las arruino. Exagero las canciones, y estropeo los versos. En cuanto a la fotografía, es molesto acarrear una cámara a cada sitio al que uno va, y cuando se presenta la ocasión en la que pienso "hoy podré sacar muchas fotos", en el momento me distraigo, pierdo las ganas y el entusiasmo y termino con 10 fotos locas y una gran insatisfacción. Además, fueron demasiadas las frustraciones que experimenté, en cuanto a paseos impredecibles en los que mi ojo humano captó las mejores imágenes, pero no pude inmortalizarlas como me hubiera gustado -por no tener la cámara encima, por la calidad mediocre de la cámara de mi celular, o por no haber tenido el tiempo de encontrar el ángulo adecuado-.
Hoy en día cualquiera es un artista. La gente sólo consume lo que "se usa". Los fotógrafos, con cámaras de miles de dólares, van a cualquier lugar alejado con un pintoresco paisaje y sacan fotos extraordinarias... su único mérito fue colocar la cámara en un trípode y presionar el obturador, o quizás fotografían objetos diminutos en la función macro, y uno se maravilla de la altísima definición de la foto, una vez más mérito de la máquina con que se fotografió.
En cuanto a música, la computadora corrige cualquier desafinación, incluso crea melodías sin demasiada intervención de un autor o músico, y hasta en mi celular -nada ostentoso- tengo aplicaciones de pianos, guitarras y baterías que suenan afinadas al momento de apoyar la yema de mi dedo en la pantalla, es decir que es cuestión de ir probando con mi inútil dedo, qué melodía o ritmo queda "mejor", sin saber de notas ni compases.
Y respecto a la escritura... me acobarda opinar sobre el tema. Yo misma me considero una aficionada, que se conforma con que a su mamá le entusiasmen los textos escritos por su hija. No puedo opinar sobre otros que se consideran escritores, cuando yo me hago llamar escritora y lo único que hago es colocar símbolos en filas, una debajo de la otra, en un papel.
De todas maneras, lo que sí me atrevo a afirmar, es que más de una persona subestima sus propios talentos. No existe un mejor uso para darle a nuestras capacidades, que el de compartirlas con nuestros seres queridos. Entonces si saco una foto que a mi hermana le gustó, estoy satisfecha. Si escribo un texto que emocionó a mis abuelos y enorgulleció a mi papá, me conformo. Y si canto una estrofa que conmovió a mi mamá, o generó ternura en la persona que amo, ya no tengo más nada que pedir.
No me importa ganar concursos, que mis fotos estén colgadas en muestras de arte en los museos, ni tampoco que mis discos sean los más vendidos, mucho menos escribir best-sellers que recorran el mundo.
Mi paz está en que mientras leas mis rimas, veas mis fotos y escuches mi canto, sepas de qué estoy hecha, y quieras conocerme un poco más.
Por eso, independientemente de quien contemple mis obras, seguiré escribiendo sobre mis emociones, acerca de lo que me gusta y me desagrada; cantaré al Dios que me dio la vida, agradeciéndole todo lo que recibí de balde, y tomaré fotos de toda Su Creación perfecta. Para eso nací, y es lo que me hace feliz.
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