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viernes, 18 de enero de 2013

La caducidad de las cosas


VTO.05/10/15

Muchas cosas tienen un principio y un final. Los perfumes también tienen fecha de vencimiento. Se me hace difícil entender como algo tan hermoso como un perfume, puede echarse a perder. Pienso en cómo deben ser los perfumes cuando caducan. Quizás cambia su densidad, su color, la sensación que producen en la piel, quizás se vuelven tóxicos y generan alergia, incluso, quizás el delicioso aroma se transforma en hedor.
Se me ocurre comparar los perfumes con ciertas situaciones de nuestras vidas. Al fin me regalaron el perfume que quise por tanto tiempo, es especial para mí, por eso trato de usarlo solo en ocasiones especiales… pero ahora que entiendo su fugacidad, lo breve de su validez como perfume, lo único que quiero es aprovecharlo. Esa es la palabra, esa es la acción que más importa: aprovechar lo que tenemos, antes de que se eche a perder. No quiere decir que voy a usar el perfume justo antes de ir al gimnasio o antes de sumergirme en una pileta. Pero tampoco voy a tenerlo en mi placar esperando para usarlo, mientras se evapora. Cuando tenemos algo valioso, tenemos que aprovecharlo al máximo. No solo se trata de lo material. Podemos tener un talento, una meta, una relación, incluso oportunidades en la vida. No siempre vamos a tener tiempo para alcanzar esas metas. No sabemos lo que va a suceder mañana. Si tenemos un talento, aprovechémoslo, démoslo a conocer, hagamos felices a otros con ese talento. Y si eso que hacemos solo funciona para nosotros mismos, bastara con que solo nosotros sepamos de ese talento, esa capacidad o hobbie que es capaz de sacarnos una sonrisa, de modificar nuestro humor, de hacer nuestras vidas más ligeras. Muchas personas consideran que la vida es una rutina pesada de la que no se puede escapar. Yo se que aprovechar el momento adecuado, valorar las oportunidades que son realmente valiosas y llevar a cabo lo que sea que tengamos a nuestro alcance, va a lograr satisfacer aunque sea una parte de nuestras metas.
No pretendo usar todo el perfume en una semana, pero tampoco esperar a que me provoque alergias por haber pasado la fecha de caducidad, es decir, hay que saber administrar los tiempos. Alguien muy sabio escribió una vez: “Todo tiene su tiempo”. ¿No sería realmente satisfactorio saber que aprovechamos nuestro tiempo sabiamente? Sin atiborrarnos con actividades ni tampoco malgastándolo en ocio… encontrando el equilibrio y el espacio para todas las cosas importantes y bellas de la vida.
No existe satisfacción mayor que la de entregarle nuestro tiempo al creador y proveedor del mismísimo tiempo: DIOS.

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