VTO.05/10/15
Muchas cosas tienen un principio y un final. Los perfumes también tienen fecha de vencimiento. Se
me hace difícil entender como algo tan hermoso como un perfume, puede echarse a
perder. Pienso en cómo deben ser los perfumes cuando caducan. Quizás cambia su
densidad, su color, la sensación que producen en la piel, quizás se vuelven tóxicos
y generan alergia, incluso, quizás el delicioso aroma se transforma en hedor.
Se me ocurre comparar los perfumes con ciertas situaciones
de nuestras vidas. Al fin me regalaron el perfume que quise por tanto tiempo,
es especial para mí, por eso trato de usarlo solo en ocasiones especiales… pero
ahora que entiendo su fugacidad, lo breve de su validez como perfume, lo único
que quiero es aprovecharlo. Esa es la palabra, esa es la acción que más
importa: aprovechar lo que tenemos,
antes de que se eche a perder. No quiere decir que voy a usar el perfume justo
antes de ir al gimnasio o antes de sumergirme en una pileta. Pero tampoco voy a
tenerlo en mi placar esperando para usarlo, mientras se evapora. Cuando tenemos
algo valioso, tenemos que aprovecharlo al máximo. No solo se trata de lo
material. Podemos tener un talento, una meta, una relación, incluso
oportunidades en la vida. No siempre vamos a tener tiempo para alcanzar esas
metas. No sabemos lo que va a suceder mañana. Si tenemos un talento, aprovechémoslo,
démoslo a conocer, hagamos felices a otros con ese talento. Y si eso que
hacemos solo funciona para nosotros mismos, bastara con que solo nosotros
sepamos de ese talento, esa capacidad o hobbie que es capaz de sacarnos una
sonrisa, de modificar nuestro humor, de hacer nuestras vidas más ligeras.
Muchas personas consideran que la vida es una rutina pesada de la que no se
puede escapar. Yo se que aprovechar el momento adecuado, valorar las
oportunidades que son realmente valiosas y llevar a cabo lo que sea que
tengamos a nuestro alcance, va a lograr satisfacer aunque sea una parte de
nuestras metas.
No pretendo usar todo el perfume en una semana, pero tampoco
esperar a que me provoque alergias por haber pasado la fecha de caducidad, es
decir, hay que saber administrar los tiempos. Alguien muy sabio escribió una
vez: “Todo tiene su tiempo”. ¿No sería realmente satisfactorio saber que
aprovechamos nuestro tiempo sabiamente? Sin atiborrarnos con actividades ni
tampoco malgastándolo en ocio… encontrando el equilibrio y el espacio para
todas las cosas importantes y bellas de la vida.
No existe satisfacción mayor que la de entregarle nuestro
tiempo al creador y proveedor del mismísimo tiempo: DIOS.
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